miércoles, 27 de mayo de 2009

Tte. Roberto Estevez Un joven Catolico y Heroe


Se cumplen hoy, veintisiete años de la muerte de este joven argentino que murio combatiendo en la recuperacion de las Islas Malvinas. Cuando fallecio, tenia veinticinco años...
El Teniente Roberto Estévez es uno de los 649 argentinos que quedaron como centinelas eternos del territorio insular argentino de Malvinas. En una oportunidad, durante su curso de Comando en 1981, sufrió dos paros cardíacos en un mismo día a causa del enorme esfuerzo físico que demanda ganarse la boina verde. A la mañana siguiente se presentó de nuevo para continuar el curso ante la atónita mirada de sus instructores y un superior le dijo: "¡Estévez...! ¿Qué hace acá? ¡Debería estar en Enfermería!" ¡No habían podido detenerlo...! El Teniente Estévez, del Regimiento 25 comandado por el Coronel Mohamed Alí Seineldín, cayó durante la batalla de Darwin-Prado del Ganso el 28 de mayo de 1982 luchando contra el II Batallón de Paracaidistas británico.

Nació en Misiones 24 Febrero de 1957 Ingresó al CMN 27 Feb 75 y egresó como Subtte I en el año 1978. Participó como Teniente, en el desembarco del 02 de Abril de 1982 con el RI 25, siendo desplegado con la Ca I “C” del Regimiento en la localidad de Darwin.

Durante la guerra de Malvinas, el teniente Roberto Estévez estaba posicionado en con sus hombres en Pradera del Ganso, cuando recibió la orden de atacar la Colinas de Boca House.

Considerando Estévez que aquella era una misión sin retorno, agradeció a su superior la oportunidad que le daba de llevar acabo esta misión. Arengó su tropa y al frente de ella se dirigió al objetivo bajo un intenso fuego de artillería, llegando al mismo en la madrugada siguiente.

- "Teniente Estévez, como último esfuerzo posible, para evitar la caída de la Posición Darwin-Goose Green, su Sección contraatacará en dirección NO, para aliviar la presión del enemigo sobre la Compañía "A", del Regimiento 12 de Infantería. Tratará de recomponer, a toda costa la primera línea. Sé que la misión que le imparto sobrepasa sus posibilidades, pero no me queda otro camino".

Luego, lo despidió con un fuerte abrazo. La difícil y crítica situación no le permitió agregarle ningún otro tipo de detalle a la orden; además, tratándose de Estévez, eran innecesarios.

-"Soldados, en nuestras capacidades están las posibilidades para ejecutar este esfuerzo final, y tratar de recomponer esta difícil situación. Estoy seguro de que el desempeño de todos será acorde a la calidad humana de cada uno de ustedes y a la preparación militar de que disponen" ...así fue la rápida arenga de Estévez.

Finalmente, todos los integrantes de la fracción, escucharon la mejor y más hermosa orden que puede dar un Jefe: "Seguirme!". Pronto estarían inmersos en el combate.

- "Para la Sección, sobre las fracciones enemigas que se encuentran detrás del montículo, ¡fuego! Artilleros, sobre el lugar, deriva 20 grados, alza 400 metros, ¡fuego! Esté atento Cabo Castro, en dirección a su flanco derecho, puede surgir alguna nueva amenaza..." -diversas órdenes se entrecruzaban en medio del fragor y la ferocidad de la lucha; finalmente, se logra bloquear el avance, y aliviar en parte la presión ejercida por los ingleses.
“...Llegó a mi posición el Tte. Estévez herido con dos balazos en el cuerpo, en la pierna derecha y en el brazo, que lo tenía colgado. Me preguntó si estaba herido, que lo de él no era nada. [...] Seguía dando órdenes y haciéndonos sostener el combate mientras él, con su único brazo sano se comunicaba con el comando, dando toda la información sobre el enemigo. No sé cómo los ingleses habían tomado posiciones tan altas. Estaba hablando por radio a mi lado cuando recibió otro balazo en la cabeza que le entró por el pómulo derecho. El impacto lo tiró para atrás a Estévez. Yo ya no tenía miedo ni nada. Era como que esperaba tener a tiro a un inglés, o lo mato yo a él, o él me mata a mí. Y el Tte. Estévez, desangrándose... Hubo un momento en que me rozaron dos esquirlas la cabeza, y el Tte. Estévez, que agonizaba en silencio, me pide que me ponga el casco de un muerto. Me caían los hilitos de sangre por la cara. Cuando me volví a mirarlo, mi Tte. Estévez había muerto...”
Por esta acción recibe post mortem la condecoración “La Nación Argentina al heroico valor en combate”, la más alta otorgada por nuestro país. Dice la proclama:
“Al Tte. Don Roberto Estévez, del RI 25. Dirigir un contraataque durante la noche, en una zona ocupada por fuerzas enemigas superiores, para permitir el repliegue de efectivos propios comprometidos. Pese a resultar seriamente herido con la acción, ocupar el objetivo asignado y mantenerlo en situación desventajosa, rechazando sucesivos ataques, oportunidad en la cual ofrenda su vida”.

La carta póstuma que el Teniente Don Roberto Estévez dejó escrita, en cumplimiento de orden que se impartió al Regimiento, estaba dirigida a su padre. Esta se convirtió en un documento histórico:

Querido papá,

Cuando recibas esta carta yo ya estaré rindiendo cuentas de mis acciones a Dios Nuestro Señor. El, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que muera en cumplimiento de mi misión. Pero fijate vos, ¡que misión? ¿no es cierto? ¿Te acordás cuando era chico y hacía planes, diseñaba vehículos y armas, todos destinados a recuperar las islas Malvinas y restaurar en ellas Nuestra Soberanía?. Dios, que es un Padre Generoso ha querido que éste, su hijo, totalmente carente de méritos, viva esta experiencia única y deje su vida en ofrenda a nuestra Patria.

Lo único que a todos quiero pedirles es: 1) que restauren una sincera unidad en la familia bajo la Cruz de Cristo. 2) que me recuerden con alegría y no que mi evocación sea la apertura a la tristeza y, muy importante, 3) que recen por mí.

Papa, hay cosas que, en un día cualquiera, no se dicen entre hombres pero que hoy debo decírtelas: Gracias por tenerte como modelo de bien nacido; gracias por creer en el honor; gracias por tener tu apellido; gracias por ser católico, argentino e hijo de sangre española, gracias por ser soldado, gracias a Dios por ser como soy y que es el fruto de ese hogar donde vos sos el pilar.

Hasta el reencuentro, si Dios lo permite. Un fuerte abrazo.

Dios y Patria ¡O muerte!

Roberto

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