sábado, 26 de diciembre de 2009

Saludo y Mensaje Navideño


La Responsabilidad de un Hombre

Navidad del 2009.

En las cercanías de la Navidad siempre solemos escribir algunas líneas que puedan ayudar a las almas para ser mejores. Terminando este año comienzan a oírse las frases acostumbradas, los cumplimientos navideños, los deseos de paz, de bonanza, de bienestar.

¿Cuáles serían nuestros deseos? ¿Cuáles nuestros augurios?

Señor, Usted que nos ve, nos lee o nos escucha, vea que hermosa que es o puede ser la vida. Aunque a nosotros nos diera un gran contento que a Usted le fuera bien, que estuviera en paz con los demás, que todo fuera dicha en su vida, nosotros no pretendemos decirle esto en cercanías de la Navidad.
Señor, vea Usted que la Vida tiene cosas hermosas pero que también se nos va de entre las manos.

- ¡Usted es un pesimista!

No Señor, nunca lo fuimos. Viviríamos 100 veces la vida que nos tocó vivir con sus alegrías y sus penas. Lo que queremos es que Usted piense y reflexione no para que sufra sinó para que sea más dichoso. Un día será necesario dejar la imagen pasajera de esta vida para dar cuenta de lo vivido.
- ¡Eso es para los que creen en Dios o se ilusionan con otra vida!

No Señor, es para todos no sólo para los creyentes, Dios no deja de ser porque muchos hombres lo nieguen. Todo hombre sabe que está mal ser malo; en el fondo de su ser cada quien sabe lo que estuvo bien y lo que nó de sus actos ya vividos. Todos saben que no fue vano hacer el bien, tender la mano, dar al que no tenía, consolar, ayudar aún al malo en desgracia.
Cuando una madre ve sueltos a los asesinos de su hijo inocente al que le envidiaron la novia, las cosas o la dicha ¿No es justo que sienta ella que alguien alguna vez juzgará?
Los hombres pasan la vida viviéndola como quieren, unos sienten que está mal ser malo, ser injusto, engañar y tener interés solamente por sí mismo. Otros viven sólo para sí y en la indiferencia de todos los demás. Hay otros a quienes nada les importa, ni la vida ni la muerte ajena, ni explotar niños o mujeres, ni llenar sus bolsillos a costa del vicio ajeno, no les importa ver morir de droga o de alcohol a los que hace un rato se los compraron a ellos.
Todos tenemos ciertas certezas aunque la comodidad la haga negar a algunos. No puede ser que tanto fraude, tanta mentira, tanto engaño o tanta maldad valgan lo mismo que ser bueno, que ser honrado.
Al dueño del casino y del garito, del hotelucho, de la bailanta que divierte envileciendo le es fácil justificarse ante nosotros ¿Lo será también delante de Dios?

Usted dirá: - Ya lo metieron a Dios.

No Señor, no lo metimos, ya estaba y antes que nosotros fuéramos.
Es fácil decir y hacer creer que todo se hizo solo, que un reventón original pudo lo que ninguna explosión pudo ni podrá; que los monos son como nosotros aunque siempre sean igual de brutos e ignorantes, aunque sean incapaces de apreciar o de crear cosas bellas. El puerco se come la flor más hermosa y aún la paloma más delicada ensucia los monumentos más grandiosos de la humanidad.
No es el hombre ni semejante a nada de este mundo, ni tan intrascendente que todo se le acabe con esta vida pasajera. Todos queremos perdurar, todos lo ansiamos aunque sepamos que aquí no podemos. Todos sabemos que alguien fue testigo de todo cuanto hicimos, que lo bueno de quien sea merece premio y castigo lo malo.

Volvamos a los augurios. ¿Qué es lo que nosotros auguramos a los hombres?

Que recuerde cada quien que la responsabilidad llama a nuestra puerta y más fuerte con el paso de los años.

El poeta supo decir “Vida, nada te debo.
Vida, estamos en paz”.

¿Podrán decirlo todos? ¿Será cierto en el fondo de las almas? ¿Dirá Dios lo mismo que Yo?

Navidad no es un regalo pobre o rico, no es una comida mejor. La Navidad es nacimiento de Alguien que murió en una Cruz. Nadie inocente muere en Cruz por una gran justicia, nadie muere justamente por decir la verdad, por enseñar una moral esforzada, por decir a los hombres “dad a Dios lo que es de Dios”.

Estémonos solos un rato, aquietemos al alma y puestos así delante de Dios pensemos un instante qué piensa Él de nosotros y qué espera, qué quisiera de nosotros. Siempre es tiempo de volvernos a Dios; ¡Feliz Navidad!

+ Mons. Andrés Morello
Patagonia Argentina

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